Me pediste
conseguir paisajes y
mojarme en indómitos viajes.
Cantar sobre las nubes de vez en vez
y tropezar tu mirada sobre el horizonte.
Me pediste
vestirme de frutas
inventar sabores y placeres
cascabeleando tu canción de cuna
hasta increpar recuerdos inservibles.
Pediste ¡ay!
y con lujúria gulusmear
sándalo en la cama
para mi frescura marchita.
Deseaste, recuerdo bien
tantas veces el calor animal
de mi lengua
...cosa mínima
hasta la carencia de amanecer.
Así pues
lograste apiadar la ausencia
del melancólico cafe al atardecer
y todas esas cosas de nada
amortiguarlas sobre mí.
Lo que no quisiste que de tí pidiera
fue que extendieras tu mano
y presidieras mi existencia
caminando junto a mi hasta mezclarnos polvo.
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