Pegado el sol a mi andar
ya no blasfemo más del frío
lo indeseable
se desprende de mi cuerpo.
Al ritmo de la tierra
lo confirma mi alma
me apodero del arco íris y pinto mis ojos.
Ya no detesto las sentellas.
Entiendo que el viento
ama jugar con mis cabellos
y la tierra goza al sentir mis pies descalzos.
Ahora creo en la morada a la que pertenezco
reino bendecido de libertad absoluta.
El cielo perdió su miedo
con el deslumbrante relámpago de la palabra
Keine Kommentare:
Kommentar veröffentlichen