Llegaste a ser
la altiva mitad de mi existencia
un ángel extraviado , un cazador de olas...
En éstas aguas de mar sin sal fundaste el dolor
y la resignación dejando mis brazos
amoldados a tu cuerpo, enlagunados a la razón.
(Te regalé el homenaje de mis bodas
y en el vaho de la fornicación te sentí)
Eras tú la fuerza que faltó, esa
que me daba más para vivir que para escribir
y te invoqué en invierno a pedazos blancos sobre mi.
Te busque en los muslos de la noche
en las pestañas de las estrellas
en mis uñas pintadas de amarillo y en la belleza
opresiva del crepúsculo, sin ver que aún estabas en mí.
Me deje llevar deflagrada por un sueño
y ahora no puedo escapar de el,
por eso floto en el silencio de este lago ...nenúfane
y el olor de hombre no regresa.
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