En la piel del agua tibia
sumergida en mi
reflejo el vapor de antaño,
en mis rodillas toscas
escucho la espuma
de mis jugos aún frescos
perfumados en adagio.
La niebla huye de ésta selva
que se que tengo para dar.
El candor, la melodía,
esta recóndita forma de vivir
el sol y su travesía y
el lobo que
sabe de las piedras
que sabe de las hierbas
que sabe del dolor...
¿dolor?
Tal vez este dolor
no es dolor...
Más me hundo en estos jugos y
me invoco perdón
por los ojos azules que he bebido,
por derretirme sin calor,
por lanzarme al viento sin volar y
por nadar en éstas aguas
entre el siempre y el nunca
repitiendo la angustia
en la lejanía
del vivir y vivir en ti
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