Hoy deserto de tu corazón
y de todas las figuras cristalinas
de sueños que nos formaban.
Deserto de las venas rasgadas
de donde viene el olor a sangre
y el temblor imperceptible de la piel.
Deserto de los besos sabor metal
y todas nuestras sagradas locuras
con sus raíces y su tierra adherida.
Desertar no lleva hacia la noche
ni sobre la montaña donde vivía como pájaro
y mis escamas brillaban como acero.
Desertar no aleja de todo roto y perdido,
un segundo, una fragilidad,
una infinita brutalidad religiosa.
Ya no tengo el mundo en la mirada.
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