Sonntag, April 11, 2004

Recorrerte

Prepararé el camino por tu amada anatomía que para recorrerte no necesito guía pues tu sendero lo conozco bien.
El piolet me asegurará de no resvalar por tus piernas frías como glaciares, esta vez los bastones no servirán de apoyo a mis rodillas sino que me llevarán a las tuyas. Engancharé muy bien los mozquetones en cada hueco de la celulitis de tus muslos subiendo lentamente tus caderas hasta llegar a la entrepierna, esa selva salvaje donde me perderé con orgullo, será mi refújio hasta el otro día.
A la mañana siguiente, el camino de tu vientre será más fácil, tan plano y seguro que lo recorreré en muy buen tiempo, el que aprovecharé para retozar un buen rato en las montañas de tus senos, por esos aires de grandeza. Al bajar, llegaré al puente de tu cuello (ese que conecta al corazón con la razón) tan bien construído que lo pasaré seguro sin contratiempo hasta llegar a tu boca donde tomaré una merienda deliciosa, leve: tu aliento, entonces; preparado y bien comido, listo para atravesar la caverna de tu nariz; cantaré una que otra canción para espantar el miedo a tanta oscuridad... más al final, valdrá la pena la travesia, agradecido; llegaré y me instalaré en tus ojos a esperar el atardecer y observar el regreso de las aves a sus nidos sin más sensación que la libertad de haberte recorrido.

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